Cuando despertó, el cielo estaba teñido de un color violáceo, símbolo inequívoco de que anochecía. Se sentía débil, cansado, mareado. Palpó su cara y su cuello en busca de las heridas, y las localizó al sentir la costra de sangre seca. Aún había manchas por el resto de su piel y de su ropa, notó también. Tendría que limpiarlo antes de presentarse ante Ishnaia.
-¿Ya estás despierto? No, no te levantes todavía. Voy a traerte una infusión, tú te la bebes y luego duermes un poco más.
-¿Quién...?
-Mirna. Pero no te preocupes por eso ahora, descansa.
Igrin miró a la mujer alejarse con paso apresurado, y solo entonces se fijó en donde estaba. El escenario de fondo ya no era el templo de Narae, sus acompañantes no eran ya el cadáver de un monstruo amaestrado y el de su hermano, su cobija no era el frío aire matutino. Alguien debía haberlo recogido, lo habría encontrado con los cadáveres y habría decidido rescatarlo... Pero no habían tratado sus heridas aún. ¿Por qué? Y Angren...
Se llevó la mano el lugar donde antes tuviera el ojo derecho y se dio cuenta, extrañado, de que no lo había abierto. ¿Sería posible que nadie hubiera visto la joya? No notaba que hubieran tratado tampoco aquella parte de su cuerpo, y sí sentía la dureza de la gema, por tanto... por tanto, podría aprovecharse de aquellos imbéciles.
La tal Mirna se demoraba, notó, y se incorporó ligeramente del lecho de paja donde lo habían dejado para otear en busca de ella, aunque no sabía cómo iba a ser capaz de reconocerla. Cuando había notado que alguien le hablaba solo había notado una piel morena y unos labios gruesos y cargados de pintura. Tenía que averiguar cuanta gente más había con ella, porque una mujer jamás viajaría sola, y sonsacarle hacia dónde se dirigía para calcular cuándo podría volver a ver a su Maestra...
-Aquí está. –Mirna volvía con un cuenco de barro en las manos. Tenía el cabello largo y negro, ondulado, y unos senos turgentes.
-Gracias, Mirna.
-¿Y tú cómo te llamas? –Por la voz y su actitud, Igrin calculó que la mujer tendría unos veinticuatro años...
-Igrin.
-Es un nombre bonito. –Muy infantil. ¿Quizá veinte?
-Me lo puso mi madre, creo.
-Ah...
La mujer, definitivamente, no tenía muchas luces, pero era bonita. Definitivamente Ishnaia debía ser un caso único... Pero al menos a esta le podría sacar más cosas más fácilmente.
-¿Dónde...?
-Cerca del santuario de Narae, hace dos días. –No lo dijo, pero odiaba no poder acabar de formular una pregunta.
-Vaya... ¿Y los que estaban conmigo, qué ha pasado?
-Murió desangrado. La mantícora debió cortarle la garganta -relató la chica. Seguidamente, se llevó una mano a la boca en un gesto de sobresalto y luego bajó la vista, avergonzada.- ¿Era familiar tuyo? Es que he hablado sin pensar, y...
-Era mi hermano –cortó él de una vez, tomándose una pequeña venganza personal.
-Cuanto lo lamento, yo...
-No te preocupes, son cosas que pasan. ¿Y a dónde vas?
-Viajo con mi padre, en realidad. –Al fin la chica sonrió. Como pensaba, la pena era mecánica, lo que el había enseñado que debía sentir en tal situación.- Vamos a Kath. ¿Sabes donde es?
-Al norte –respondió Igrin con desgana.
Mirna asintió y, sin decir más, le tendió la taza, instándolo a beber. Igrin obedeció mientras la escuchaba.
-Papá trabaja como mercader, así que estamos casi todo el año viajando, aprovechando principalmente las ferias. Mi madre murió el año pasado y yo soy hija única, así que solo estamos nosotros dos. Pero un muchacho me ha estado cortejando desde hace dos veranos, y he pensado que, si padre accede a que me case con él, la familia crecería y podría crecer el negocio, ¿sabes?
-Entiendo...
-¿Ya has acabado? Vale, ahora tienes que dormir. Mañana por la mañana, cuando volvamos al camino, te despertaré para que puedas acomodarte en la carreta, si es que te encuentras bien.
Mirna hablaba despreocupadamente, sin parar apenas, y seguramente sin pensar en lo que decía. Igrin no podía sentirse más asqueado, pero le sonrió con la sonrisa más agradable que pudo cuando le devolvió el pote. Y la chiquilla lo quedó mirando fijamente, sonrojada y con la respiración alterada.
-Buenas noches, Mirna.
Qué fantástico y qué sencillo. Aquellos mentecatos le ahorrarían tiempo de viaje y dinero, aunque tuviera que acomodarse y actuar como un humano corriente durante algunos días. Pero valdría la pena. Estaría con Ishnaia antes de lo que antes había calculado.
Y aquella chiquilla no debía tener más de diecisiete. Sería una buena entretención.
1 comentarios:
No está mal, me gusta bastante, pero lo veo extraño.
Eso sí, el punto del ojo/joya me gustó mucho. Por ese ojo debe verlo todo de lujo xD. Sigue así, que tengo curiosidad por ver como va la historia.
Publicar un comentario