Tranquilidad. Silencio arrullado por el trino de algunos pájaros. Suavidad. Comodidad. Lo único que percibía, aunque de forma muy lejana, eran crujidos de madera. Su atención estaba situada en un punto más lejano, más distante, y no presente en el mundo físico que lo rodeaba. Lo más cercano era la suavidad de las mantas, la comodidad de un colchón de verdad bajo su espalda.

-El dormilón sigue ahí acostado…

-Dejémoslo dormir. Lo necesita.

-Seguro, pero… Siento curiosidad. Quiero saber por qué, cómo, quién…

-El “quién” ya lo sabes, y para lo demás tienes medios.

-Pero no es divertido ni es correcto, creo yo.

-Lo que sí es divertido es que tú te preocupes por esa clase de cosas.

-¡Oye! ¡Que yo soy una persona muy decente!

-Baja la voz, que necesita dormir.

-No te preocupes, si se va a despertar en seguida…

Igrin fue abriendo lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz. El techo de madera sobre su cabeza lo desconcertó un momento, mientras hacía memoria. Estaba en una cama de verdad, en una casa, la de alguien… Tenía unas ropas extrañas puestas, no eran las suyas y… alguien lo observaba.

Se puso en pie de un salto, con una mano por delante y la otra por detrás, listo para atacar con unas, en ese momento, ficticias garras. Estaba con dos mujeres.

-¡Atrás! –Gritó, alarmado.- ¡Alejaos!

-Ya, ya. Tranquilo. –Una de las mujeres se aproximó, sonriente. Tenía el cabello largo de color castaño.- Sé que Mit puede ser un poco… desconcertante, al principio, pero no tienes que ponerte nervioso. Estás a salvo.

-Ya salió la bondadosa Mits… -se burló la otra, mientras sujetaba su barriga de embarazada con una mano y apartaba algunos mechones azules de su cara con la otra.

-No me llames así.

-Vale, vale.

La morena era “Erie”, recordó Igrin. Y la peliazul era Mithrael. Ambas vivían en aquella casa, a la que había llegado la madrugada anterior. Había seguido el camino, había visto la luz a un lado del camino, y al cruzar el umbral…

-Te pegamos con un jarrón en la cabeza –cortó Mithrael su pensamiento.- ¡Habría sido divertido! Pero yo no estoy para esos trotes.

-Y no está bien. –Erie sonrió con falsa ternura.- Me limité a usar un hechizo de sueño.

-Dadme… dadme mi espada –demandó el nombre, sintiéndose un tanto inseguro.

-No, chiquillo, eso ahora no –se adelantó Mithrael.- Mejor ve al cuarto de al lado, que yo voy a buscar la navaja. Te hace falta un buen afeitado, la verdad…

-Me resulta tan raro ver a un hombre con barba…

-Eso es porque no estás acostumbrada a los humanos, Mits. Para ti todo son dragones y magos.

-Ya…

Igrin se sentía paralizado por la impresión. Tenía la sensación de haberse quitado un gran peso de encima, pero, a la vez, de haber perdido algo importante… Era como si estuviera medio vacío.

Sin él ser capaz de percibirlo, fue conducido a otra habitación y sentado en una silla, cerca de un barreño de agua y con un largo paño cerca con el que cubrieron su nueva camisa.

-Despierta, dormilón. Estamos aquí.

-Sí…

-Ahora, cuéntanos. ¿Qué fue lo que te pasó?

-Precisa un poco más.

-Vale… Bien, Igrin. Dinos, ¿por qué llevas a Angren en el lugar de tu ojo derecho?

-Mi hermano me lo arrancó. A la salida del templo de Narae la Serena en Zu, después de robar la joya, apareció él… Llamó a su compañero y comenzamos a pelear, y en una de esas, me lo dejó colgando de un golpe… así que cuando lo maté, me puse la joya en su lugar para que la magia cerrara la herida.

-¿Y por qué fuiste a buscar la joya?

-Porque ella la necesita.

-¿Y para qué la necesita?

-Para que yo siga viviendo.

-¿Y por q…?

Igrin saltó. Mithrael dejó caer la cuchilla con la que lo estaba afeitándolo y se agachó para esquivarlo. El chico calló al suelo y la miró, enseñando los dientes, apoyado sobre las cuatro extremidades y con la espalda arqueada. El cabello de su nuca se veía erizado.

-Mit…

-Tranquila, se calmará si no me muevo… Debe ser un hechizo de defensa para ella, y si no es el hechizo…

-…Es que es parte de su naturaleza. Me imagino. ¿Y qué hacemos?

-Esperar un tiempo.

Se oyó un portazo a lo lejos. Ambas mujeres abrieron desmesuradamente los ojos.

-¡Mit! ¡Ya estoy en casa!

-¡Heralc!

Igrin salió de la habitación y corrió hacia la puerta. Las dos mujeres lo siguieron corriendo, hasta que en la entrada se encontraron al hombre tirado con una flecha atravesando su hombro derecho, y al agresor en el arma en la mano.

-Pero cariño… ¿Cuántas veces te he dicho que tengas cuidado? La sangre se quita muy mal.

-¿Qué más da? Si luego me toca limpiarla a mí.

-¿Por qué no va alguno a por una venda? Luego yo me encargaré de arreglar como pueda la camisa, sería una pena que se arruinara estando nueva.

La pareja se marchó. La castaña se agachó junto al tuerto y comentó a acariciarle el cabello.
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Este interludio no tiene duración definida. Puede que sean dos capítulos, tres, cuatro, seis... Drará ahsta que ponga todo lo que quiero poner en él y como lo quiero poner, aunque será bastante relajado. Y sí, habrá esta vez tres personajes con la misma importancia, a diferencia de las veces anteriores. Y tendrá dedicatorias.

Para Kieth, por la princesa que a veces huye de él.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

wow...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mittie!!!!!!!!!!!! ¿desde cuando estas tu embarazada?

waaaaaaaaaaaa me encantaaaaaaaaaaaaaa. En serio, estoy todavia con los ojitos haciendo chiribitas.

Es precioso, presioso. Y no hay sangre!! Sigues así, mittie, y te ganarás todo mi apoyo.

¿Como es que esta embarazada? Esas cosas se cuentan!!

Sigue prontooo.

Mital dijo...

Recuerda Mary.... Heralc, el que le robaba a su novia y a sus amigas, con todo el descaro... xD

Linkaín Arakeist dijo...

Me hace gracia la frase "Todo lo que conoces son dragones y magos".

Tengo ganas de ver el siguiente capítulo, deja con muchas intrigas, pero me ha gustado mucho.

¿Quien es Heralc?