Llevaba tres días sin moverse, comer ni emitir sonido alguno. Permanecía echada en su cama, donde Heralc la había dejado, en posición fetal, con los ojos perdidos en el vacío. No sabían si dormía o no, ni había forma de comprobarlo. Dejaron a Igrin de guardia.
Igrin veía el alma de Erie y temblaba. En ese momento, su apodo era un chiste de mal gusto que le hacía estremecer involuntaria e inevitablemente. Lo que veía en ella era horrible, terrorífico, grotesco… y a la vez cautivador.
-Tienes un demonio dentro, ¿lo sabes? –Comentó la primera tarde.- No sé cómo no lo vi antes. ¡Es enorme! Pero es raro, no es el típico que se dedica a tomar posesión… Supongo que a eso se refería antes Mithrael. De todos modos, me encantaría saber… No sé, tengo la sensación de haberlo visto… No, de haberlo sentido antes. ¿Qué es? ¿Quién es? ¿Quién eres tú?
Y no dijo más por aquel día. Por la noche, cenó lo que Mithrael y Heralc le dejaron, y durmió en el suelo del cuarto.
Al día siguiente las cosas no variaron mucho. Comió lo que le llevaron, pero no habló con ellos, y siguió vigilando a Erie. Y también le comentó cosas que pensaba.
-¿Tú sabes quién dice Mithrael que soy? Yo sé que una vez fui un humano, pero no sé si me llamaba Igrin o no. ¿Puede que el nombre que tengo ahora sea el de mi otro yo? ¿El de mi otra parte? ¿Cómo se llama ese demonio tuyo? ¿Y por qué gritaste así? Me recordó… al día que desperté. Es el recuerdo más claro que tengo de mi segunda vida. Me dolía tanto volver a tener un cuerpo y todo eso que grité… Era tan extremo que después de eso no pude hablar durante una semana, pero ella dijo que tenía algo que ver el haber estado muerto tanto tiempo. Ahora que lo pienso, Mithrael sabe todo eso, que yo estuve una vez muerto, y tú también… ¿Conocéis a quien me mató o simplemente se nota por la malformación? Quiero decir, ¿tiene algo que ver una cosa con la otra? Bueno, menuda estupidez. Tú no puedes saberlo, tú no te dedicas a esas cosas, aunque también eres bruja y tal… Por cierto, ¿por qué sigues ahí tirada? ¿Quieres morirte?
Pasó un día más. Igrin notó durante esa tarde que Mithrael lo estuvo observando, pero ni uno ni otro dijo nada al respecto, ni hablaron después. A Heralc ni siquiera lo consideraba; era un humano normal.
El tercer día se presentó también sin diferencias. Igrin se despertó como la mañana anterior y vio a Erie en su cama, hecha un ovillo, mortalmente quieta. Desayunó lo que le habían dejado y, esta vez, decidió no volver a sentarse. Se acercó a ella de puntillas, como temiendo despertar algo peligroso, y la miró a la cara.
Erie estaba llorando sin hacer ruido; las colchas a ese lado estaban bañadas en lágrimas. Movía los labios, como diciendo algo, pero sin emitir sonido, e Igrin se preguntó si acaso estaba contestando a lo que él le había preguntado durante aquellos días. Ignoró que tuviera las mejillas hundidas o el rostro pálido, y volvió a su sitio anterior para hacer la pregunta que, creía él, serviría como clave para “reactivar” a Erie.
-¿Quién es Alem?
Y, como estaba previsto, Erie reaccionó.
Fue como si hubiera perdido toda noción de sí misma, como si una bestia la controlara. Igrin observó, con estupor, como comenzaba a gritar y llorar desesperada, revolviéndose frenética, tirándose de los cabellos. Igrin se acercó en cuanto recuperó la noción de sí mismo y la agarró por las muñecas, intentando mantenerla quieta con seria dificultad. De pronto, ella se detuvo, congelada en el sitio, con los ojos desorbitados y los brazos apresados por Igrin. Él volvió a taparla, un tanto inseguro, viendo como se dejaba mover sin hacer nada.
-¿No me vas a contestar? ¿No quieres decirme quién es…?
-Ni se te ocurra mencionarlo de nuevo –cortó Mithrael desde la puerta- o de verdad que acabo contigo.
-¿Por qué?
-Yo misma te lo cuento. Ven.
Dejaron a Mitsedraefel tapada en su cama y salieron.
Mithrael lo llevó a la pequeña habitación que tenían habilitada como un estudio en la gran casa y le indicó que se sentara. Igrin obedeció, carcomido por la curiosidad.
-Alem… Alempheius –se corrigió la embarazada- era un alumno de Erie cuando daba clases en la capital. Eran muy buenos amigos, hasta que por circunstancias especiales él se fue sin decirle nada, y eso fue peor para su ya de por sí mala situación, y desde hace un tiempo lo está buscando.
-Eso no explica su reacción. ¿Y cómo que maestra? ¿De magia?
-¿Y de qué, si no? Erie era maestra en la Academia de Aks’Aether.
-¿La academia real? ¿Y por qué rayos se fue? ¡Está loca!
-Sí, lo está. Y ya te dije: se fue a buscar a Alem, aunque por algo más. Está escondiéndose de su prometido.
-Esto es… es… parece una novela rosa. Seguro que Arti escribe cosas como ésta.
-¿Quién?
-Nadie, una puta que conocí. En fin, ¿y por qué huye de su prometido?
-A ver… -Mithrael suspiró.- ¿Es que no sabes quién es Mits?
-Una hechicera, una invocadora… ¿Y qué?
-Si te digo que su prometido se llama Kieth, ¿te suena más?
-Es un nombre muy común entre dragones… Joder con al bruja.
-Qué imbécil eres… -Mithrael buscó una silla y se sentó también.- Erie es la futura reina de Aks’Aether, la prometida del rey Kieth.
-¿¡Qué!? ¿¡Y qué mierdas está haciendo aquí, perdiendo el tiempo!? –Igrin respiró profundamente, asombrado.- ¿Por qué huye de su prometido?
-Se siente avergonzada… Ah, maldita sea, es una historia demasiado larga y no me incumbe a mí contarla. Solo que sepas que, si un día ves a un muchacho delgaducho, con gafas, de pelo castaño y que es mago por el país… seguramente sea él.
-Difícil. No quiero pasar mucho más tiempo aquí. Además, ¿no dijo tu amante que lo había visto?
-Es posible que esté en el pueblo, pero nadie sabe por dónde deambula. Quizá tiene amigos en el barrio de los magos. Era un chico popular, según me dijo Erie.
-Ah, bien… -Igrin se levantó.- Pues al final solo era una estupidez. Pensé que sería algo más interesante.
-Eres imbécil rematado. –Igrin se detuvo junto a la puerta, atento.- ¿Viste el demonio, no? Eso, eso es lo que le hace daño. Ni la mata, ni la controla, sino al contrario… Ella misma no es consciente, pero se está destruyendo por dentro. Tendría que arreglar sus asuntos con ese chico, pero no lo hace por miedo, y el demonio acrecienta esos miedos e inseguridades, y le provoca esas crisis.
-Podría ser peor. Se queja por nada.
-Realmente, me sigues dando asco.
-Al menos eres sincera.
4 comentarios:
¡¡¡Nooo!!! ¡Se me borró el primer comentario que hice y ahora me toca repetirlo! T.T
Bueno, venía a ser lo mismo de siempre: está genial, aunque estoy empezanod a sonar muy repetitiva.
Ah, sí, tengo un problema muuuuuy serio: me perdí. En serio, no haces más que mexclar nombres, apodos, lugares, etc, etc. Así no hayq uien mantenga la cordura.
Porque, a ver, ¿quién diantres es Mits? Y luego claro, Kieth apareció el otro día en una historia que me pasastes, Erie también es de una historia, y Alem...no me suena, pero seguro que tendría que sonarme de algo.
¡Estoy perdida! T.T
Y, bueno, basicamente eso. Sigue mareándome pronto.
Besos.
Ok, lo pondré como aclaración general: a Mitsedraefel la llaman Mits como diminutivo de su nombre o Erie, apodo derivado de su estatura (alrededor de 1'60m con suerte). Obviamente, Erie significa "pequeña".
Y no, Mary, no tienes que sentirte obligada a conocer a todos los personajes. Si te suena Erie entonces sí debería sonarte, más o menos, Alem, porque ambos nacieron ahí (junto con Nayissa...). Kieth... bueno, lo conoces con los dos nombres que ha tenido, pero eso ya lo hablamos.
Espero haberte aclarado un poco el asunto xD
Weno, yo solo conosco este fic asi que xDD...
De nuevo, brillante, se resuelven dudas y nacen otras, me encanta como escribes amore mio ^^
Se entienden varias cosas sobre Erie, y está quedando bien. La verdad, me ha gustado, solo que sigo pensando lo mismo que en mi comentario anterior.
Solo me pregunto una cosa. ¿Saldrá Kieth?
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