Everlasting Sight

-Esto es una grandísima mierda.

-Shhh.

-Callad, que ya empieza.

-¡Que emoción! ¡Nunca he visto una cosa así!

-¡A callar!

-¿Crees que acabará?

-No sé, yo creo que sí.

-¿Cómo crees que lo hace?

-Es mago, ¿no?

-Qué va. Es sacerdote solamente, pero me parece que en su ciudad natal es un alto cargo.

-Vaya con el curita.

-¡Que os calléis!

-¡Mira, está subiendo!

-Es tan atractivo…

Unas carcajadas agudas destacaron entre los susurros, descontroladas e histéricas. El clérigo, subido a una tarima en la plaza, dirigió una mirada asesina a la fuente de esas estridentes risas que estaban interrumpiendo su entrada.

Igrin se secó las lágrimas que estaba derramando por la risa mientras señalaba a una mujer entre la multitud, que se sonrojó visiblemente al comprender.

-Lo… lo siento… jiji… Es que… esta chica ha dicho algo… jaja… que, bueno… jaja… Lo siento, de veras.

-Espero que no se vuelva a repetir, hijo mío –Igrin asintió con la cabeza y la muchedumbre se silenció, expectante.- Hijos míos, ya sabéis que mi visita a este pueblo no es fortuita –comenzó el párroco-, que algo amenaza la seguridad de vuestras calles, vuestras casas, de vuestros hijos y de vuestras propias almas. –Guardó silencio un minuto, comprobando que todos atendían.- ¡Brujería! ¡Demonios! Se escapan de los campos y entran a las ciudades, tientan a las jovencitas y les roban la virtud. Utilizan la magia oscura para convertir a todos los hombres buenos en malignos, y los usan para destruir nuestra tierra. ¡Y por eso mismo, todos los que se rindan a ellos pagarán su pecado con la muerte!

La multitud aguantó la respiración antes esta última afirmación, y el orador lo comprobó con disimulado orgullo. Igrin se esforzaba por seguirle la corriente al resto.

-¡Pero hoy, hijos míos, Pharan nos sonríe desde las alturas! Un demonio ha sido apresado, intentando ocultarse bajo la forma de uno de los nuestros, y pagará cara su osadía. ¡Irá al juicio del gran Halek de la mano de su siervo, nuestro señor Pharan!

-¡Que su sol nos alumbre! –coreó la multitud.

Igrin movió la boca imitando al resto y procurando no reírse más.

El sacerdote alzó las manos y rezó.

-¡Oh, gran Pharan! ¡Purifica el cuerpo de este infeliz con tu energía, con tu fuerza! ¡Alza tu mano sobre nosotros y derrama tu sabiduría! ¡Haz llover tus llamas sobre este impuro!

La multitud esperó, sobrecogida. Igrin se puso en guardia por instinto, y comenzó a alejarse lentamente.

Con los brazos levantados, la roja túnica arremangada y una mirada de febril emoción, el clérigo vio como sus plegarias eran escuchadas y del cielo a la tarima cayeron bolas flamígeras que pronto prendieron fuego al infeliz que allí estaba. La multitud exclamó, asombrada y asustada ante el prodigio. Igrin gruñó, sintiendo como se le erizaba el cabello de la nuca.

Las llamas siguieron encendidas un buen rato, hasta que una fina llovizna comenzó a caer y las apagó. Entretanto, la plaza se llenó de oraciones en nombre del dios del fuego, guiadas por la potente voz del clérigo.

-Oh, gran Pharan. Tu sol nos alumbre cada día. Guía con tu mano las nuestras para destruir todo lo que sea impuro con las llamas de tu poder.

Igrin se sorprendió a sí mismo a punto de imitarlos, pero consiguió contenerse. Cuando empezó a llover se marchó sin hacer ruido.

*-*-*-*-*-*-*-*-*

-¿De verdad te parece atractivo ese viejo?

-¡Pero si no es un viejo! Tiene veintipocos años, y tiene ya un doctorado en teología… Es una eminencia dentro de la iglesia de Pharan –la chica hizo una señal frente a su cara.-

-Es un puto chiflado.

-Eso no es cierto, no entiendo cómo puedes decirlo. ¡Viste que hizo llover fuego del cielo!

-Sí, ya. Tiene línea directa con Pharan. ¿Y qué?

-¿A qué te refie…? Bah, eres un blasfemo. No sé por qué me molesto contigo.

-Ni yo contigo, que eres una ilusa. Vete de una vez y déjame dormir, y dale las monedas a tu madre para que luego no piensen mal de mí.

-Como quieras. Idiota…

-Las niñas bonitas, si no se callan por sí mismas, se las hace callar por las malas. Tú eliges.

-Ya, ya.

La chica se marchó. Igrin se recostó sobre el montón de paja en el que iba a dormir, alquilado por una noche a un precio más que razonable.

Cuando ya se le estaban cerrando los ojos apareció la chiquilla de nuevo, extrañamente agitada y mirándolo con ojos envidiosos.

-Tienes… tienes visita –anunció con una voz que denotaba impaciencia.

-¿Y quién es el subnormal que piensa que éstas son horas de entrevistas?

-Lamento si esa es la impresión que te causo, hijo mío –dijo una voz conocida desde la puerta del pajar.- La verdad es que no he tenido otro momento, y temía que esperar a mañana fuera demasiado tarde.

-¿Qué cojo…? –Igrin se incorporó, reconociendo al párroco.- ¿Y a qué viene?

-Soy Sotka, obispo de la iglesia de Pharan, nuestro señor, y vengo porque él me ha revelado que debo disipar las tinieblas de tu corazón con la luz de tu llama.

-La madre que lo…

-¡Qué envidia, Igrin!

-Sí, claro. Como si me gustara tener a un chiflado acosándome.

*******************************************

Dedicado a Watch, con todo el cariño del mundo n_n ¡Éxito en sus exámenes, Sr. Doctor!