-Así que… no puedes entrar a ninguna ciudad.
-No.
-Porque te persiguen.
-Sí.
-¿Por qué te persiguen?
-¿Y a ti qué te importa?
-Bueno, si me llegan a ver contigo y me relacionan con un criminal… Aunque, pensándolo bien, quizá es mejor si no sé nada.
-Sí.
-¿Te pasa algo? Solo contestas con monosílabos.
-No.
-Oh, fantástico. Nada más clarificador que la insistencia en el mismo tema.
-Bah.
Alem suspiró. Igrin siguió mirando el fuego, impávido. Llevaba todo el día sintiéndose extraño.
-Podría intentar hacer un refugio con magia…
-Bien.
-…pero es un hechizo complicado, y si me pasara algo en seguida se desharía.
-Hum.
-Así que, si quieres dormir bajo un techo improvisado por lo menos, tienes que comprometerte a dejarme en paz.
-Ajá.
-Vamos progresando. Eso ya son dos sílabas.
-Que te jodan.
-Y eso ya son cua…
Igrin se puso de pie para enfrentarse al mago, que seguía sentado frente a la hoguera que habían armado. El chico no reaccionó al tiempo, y el semibestia lo levantó agarrándolo del cuello del caftán. Para sorpresa de ambos, sin embargo, el tuerto se limitó a observar al otro a la luz de las llamas.
-¿Qué… pasa? –preguntó Alempheius un poco ahogado.
-Me pones nervioso. Me recuerdas a alguien.
-¿Qué?
-Alguien que conocí hace tiempo.
Algo reaccionó en la mente de Alem al oír ese comentario, y no fue algo bueno.
-Que te jodan a ti, al rey a su hermana, a la reina y a todos los que tengan que ver con ese maldito cadáver. Estoy harto de que me comparen con él, ¿entiendes? Harto.
A pesar de su precaria posición Alem escupió las palabras como dagas. Después cayó en la cuenta de que Igrin primero pegaba y después preguntaba, así que preparó un hechizo para defenderse.
-¡Heta Quangdui ni Kam!
-¡Gilipollas!
La tierra se levantó y creó una ola que se lanzó contra Igrin. El ojo parchado de éste brilló un momento, sus dientes crecieron y sus manos se transformaron. Alem interpuso su bastón justo a tiempo para evitar que las garras lo atravesaran, habiéndolo invocado con una orden muda. Igrin no ejerció presión.
-Eres un semibestia…
-¿Y? –La voz de Igrin sonaba ahora más parecida a un gruñido animal.
-Que… ¿Tiene eso algo que ver con lo del hechizo de atadura?
-Sí.
-¿Y qué ibas a decir después de pegarme?
-Que no tengo ni puta idea de a quién me recuerdas, así que lo primero que tienes que hacer es callarte. –Alem cerró la boca y se aguardó el comentario que iba a hacer.- Lo segundo es que eso de la tierra no sirve de nada cuando eres protegido de la tierra.
-¡Pero tú tienes aura de agua! ¡Nara Narami!
-Esa mierda es artificial. –Igrin volvió a transformar una de sus garras y levantó el parche de su ojo.- ¿Lo ves?
-¿Qué es… esa joya?
Alempheius había dejado caer los brazos, hipnotizado, sin apartar los ojos del rostro de Igrin. El semibestia recordó, un poco tarde, que Angren era un imán para los magos, y con su otra garra se apresuró a herir al chico para hacerlo reaccionar. En el estado en el que estaba tuvo que contenerse para no buscar más sangre, pero no olvidó recolocar el parche.
-¿Qué…? –El mago se dejó caer, aún con su bastón bien agarrado en una mano.- ¿Qué era eso?
-Una cosa muy mala muy mala que, si sigues preguntando, puede hacer que pierdas algunos dientes y hasta un brazo. –Igrin seguía controlado por su espíritu de bestia.
-Ya… -El chico se limpió la sangre que manaba de los cortes en su rostro.- Me has dejado la cara hecha mierda… Ahora seguro que no ligo.
-Te jodes.
Igrin se sentó también. Al observarlo, el aprendiz de mago notó que temblaba y que su aura mágica era, efectivamente, una de agua que se fundía en otra más fuerte, claramente influenciada por la tierra.
-¿Es por eso por lo que te persiguen, por lo que no puedes entrar en ciudades?
-Sí.
-Ya veo… Debe ser un problema.
-A la próxima burla comienzo a sacarte dientes.
-No, gracias. –Alem suspiró y lanzó otro hechizo de fuego de nivel bajo para mantener viva la hoguera.- De hecho, podría ayudarte.
-Cero bromas.
-Podría hacerte un camuflaje mágico. De hecho me sorprende que, habiendo conocido a Erie y con lo bien que pareces haberte llevado con ella, no hiciera algo así por ti.
-Está enferma, no puede usar magia si no quiere… -¿Qué era esa sensación de confusión en su cabeza?- Nada, da igual.
-Bien. –Igrin miró a Alem, quien no parecía afectado.- Desde tu punto de vista tú seguirías siendo igual, pero los demás te verían con un aspecto totalmente distinto. Tendrías que cuidarte de otros hechiceros, eso sí, porque no les costaría nada desbaratar el hechizo.
-Eres una mierda, entonces. No eres capaz de hacer un puto conjuro bien.
-Soy un aprendiz, no domino todo a la perfección.
-No haber abandonado a tu maestra.
-¿Hago el maldito hechizo o no?
-¡Hazlo de una puta vez para que me largue antes de partirte la cara, hijo de puta!
Igrin resoplaba con fuerza, sus garras se clavaban en la tierra y su ojo relucía de forma peligrosa, como hacía mucho tiempo atrás.
-Dame un segundo. Necesito ayuda para este hechizo.
Alempheius cogió su libro y lo abrió por una página señalada. Igrin se fijó entonces en el anillo de plata que llevaba el mago en su mano izquierda, con la que trazaba símbolos mientras susurraba un cántico. Un círculo mágico apareció entre los dos, y de él salió una pequeña criatura: del tamaño aproximadamente de un gato, de forma similar la de una araña, pero cuya piel parecía estar cubierta de un humo violáceo. Era un Giel.
-Eres un puto invocador… -musitó Igrin, sorprendido.
-Sí, tengo el don. Por eso Erie era mi maestra –respondió el aprendiz un poco molesto.- Ahora guarda silencio para que Kina y yo podamos concentrarnos en tu hechizo.
-Por favor…
Igrin decidió hacer caso. La voz del Giel, definitivamente, no le gustaba. Y mucho menos que Alem tuviera tanta confianza con él (¿ella?) como para usar su nombre. Al menos solo serían unos minutos, era su consuelo.
******************************
Bye, Bye, Alempheius. Empieza la última ronda de la segunda temporada.
7 comentarios:
¿Giel? No me suena nada de nada. No lo he escuchado nunca ._.
Está bien... Igrin mola, como siempre. Ánimo con la siguiente parte.
Dos días =D
Normal que no te suene. No lo he sacado de ningún libro, videojuego, mitología, etc. 100% original.
Eso es bueno... me tendrás que hablar de ello cuando te vea <.<
Me han gustado las conversaciones. Fluidas pero no pesadas. Hay puntos que están muy bien, como los super monosílabos de Igrin... A veces ignorar al enemigos es una buena arma. Y sobre el cadáver creo... que se quien es... Y me resulta raro que Igrin acepte el camuflaje, le veo mucho más independiente.
En fin... A ver qué personaje sale en la siguiente tanda ^^.
¡¡¡T-r-a-m-p-o-s-a!!!
¡¡No me avisaste!! ¡¡Aprovechaste que no estaba para colgarlo, sabiendo que yo, YO, soy tu fan nº1...o nº2, no sé, pero de las primeras seguro!!
Esto no te lo perdonré nunca nunca nunca. ¡Encima de que intentaste sobornarme! Aagh.
Vale, ahora ya sí. Vale, te lo voy a reconocer por una vez y sinq ue sirva de precedentes. Igrin mola. Es genial genial. ¿Y a quién se supone que se parece Alem? Al príncipe de no sé dónde, ¿no? ¿Pero no lo era?
Aagh...No me acuerdooo. ¿Y por qué se va ahora que empezaba a caerme bien? Buh. Ahora tendré que intentar adivnar quién toca luego T.T
Bueno, sigue prontito...
Besos.
No, Alem no es ningún príncipe 0_o
Alempheius es hijo de un curandero, extranjero en Aks'atar, y de la hija de una familia de comerciantes. Tiene una hermana mayor que siguió los pasos de su padre y que ya está casada. Él mostrño inclinaciones mágicas, asi que en cuanto hubo oportunidad lo enviaron a la escuela de la capital, fundada por el rey... Y eso ya es decir mucho de él. Pero vamos, que Alem no es ningún príncipe.
Me gusta el personaje de Alem.
El capitulo bien en general, coincido en lo que dice Linkain de las conversaciones, bastante fluidas.
Me gusto, avanza un poco en la trama y las conversaciones son fluidas. Realmente quiero saber algo sobre el pasado de Alem y su relacion con Erie, ademas de la de studiante-maestro...
Publicar un comentario