Everlasting Sight

Recién había anochecido, por lo que no era muy tarde. La casa estaba a oscuras, ninguna vela encendida en el recibidor, ninguna luz perceptible desde allí. No se preocupó, sin embargo, y avanzó con tranquilidad hasta el comedor, que también estaba vacío. La cocina, los cuartos, la buhardilla. Todo estaba en su sitio, ninguna luz encendida, y nadie alrededor.

Igrin suspiró.

La puerta de entrada se abrió y se cerró de golpe.

-Al fin…

Se dirigió otra vez al recibidor para atajar al recién llegado. A los recién llegados.

-¿Qué? –dijo el hermano de Ryava.- ¿Te lo pasaste bien con al puta esa, burlándote de mi hermana?

-¿Perdón?

-No te hagas el imbécil, cabronazo. Ya me lo ha contado todo.

Ryava estaba detrás de su hermano, medio escondida, con las manos apretadas y la cabeza agachada. Igrin no la miró.

-¿Qué te ha contado?

-¡Todo, joder! ¡Que fuiste a jurarle “amor eterno” y luego te fuiste con una puta, delante de sus narices, solo porque ella tiene dignidad y no quiere nada contigo!

-¿Y no te dijo que yo prefiero no comprometerla si no me dice nada claro? Miraditas y rubores son mierda, por eso prefiero pagar un poco para un rato en vez de arriesgarme a recibir reproches. Y resulta que al final todo es la misma mierda.

-¿Cómo?

-Ah, pues no te lo dijo… -Igrin suspiró. Ryava lo miró sorprendida, y su hermano la miró a ella enfadado.- Si quieres te lo cuento yo, pero hablemos en otro lado.

-Pero vas a largarte, ¿me oyes? Pase lo que pase. No quiero volver a verte la cara en mi casa.

-Vamos a hablar primero… en un lugar más tranquilo.

Dos miradas se posaron en Ryava. La chica, sonrojada, se apresuró en ir hasta la cocina.

-Vamos.

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-¿Ya habéis acabado? ¿Qué te ha dicho? Siento si no te lo conté todo antes, hermano, pero es que… No sé, no sé qué decir cuando se trata de él… No puedo explicártelo. ¿Me perdonas?

-Deberías mirar a la gente a la cara cuando hablas, Ryava. –La chica se giró.- Así podrías comprobar de antemano a quién le dices cada cosa.

-¿Y mi hermano?

-Se ha ido a dormir. Dice que no quiere saber nada de ti ni de mí, especialmente de mí, así que dormiré aquí hoy y mañana a primera hora me iré para no tener más problemas.

-Ya veo.

La chica volvió a girarse, cogió dos platos, y los dejó encima de la mesa. Igrin lo observó todo desde la puerta.

-Siéntate y come. –Ordenó ella.- Es lo mínimo que puedo hacer por ti, supongo.

-Supones bien. –El chico obedeció.

Un silencio incómodo llenó la habitación.

-Así que… ¿A qué hora dices que te vas?

-Cuando me despierte me vestiré, cogeré mis cosas y me iré. Intentaré que sea lo antes posible para evitarme más molestias.

-Qué amable, tan preocupado por los demás…

-No hace falta que seas sarcástica. –Igrin tomó un bocado, masticó y tragó.- De hecho, no hace falta que digas nada. Ya está más que clara tu opinión.

Ryava lo miró, sorprendida y furiosa.

-¿Ah, sí? ¿Y cuál es?

-Te doy miedo, así que te las has arreglado para echarme lo antes posible. Es una actitud un poco cruel hacia alguien que no solo ha sido amable contigo, sino que te ha ayudado.

-Pero… Pero no lo hubieras hecho si…

-Si no se hubiera tratado de ti.

Indignada, Ryava cogió el plato de comida y se lo estampó en la cara a Igrin. Él la miró seriamente, asustándola.

-Esa no es muy bonita forma de tratar a los invitados.

-Lo siento, yo… Yo no…

-Ve y prepárame un baño. No pienso dormir así.

-¡Sí!

Ryava salió corriendo. No era su intención hacer caso a Igrin sino, simplemente, alejarse lo máximo posible de él.
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Con dos semanas de retraso, lo sé, pero quedaba feo colgar un capítulo totalmente seguido de otro u.u
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