-¡Vamos, arriba! ¡Ya es hora de levantarse! ¡Hoy es un día perfecto para salir a cazar!

-¿Qué…?

-¡En pie todo el mundo, vamos! ¡Hace un tiempo maravilloso!

-Yoiko…

-¿Sí, Roalk?

-¿Te importaría dejar de ladrar y aullar? Yo tengo sueño…

-Pero…

-Es cierto, Yoiko. Pareces un perro en celo.

-¿¡Qué!?

Roalk se echó a reír, muy a su pesar. Yoiko se alejó de ellos, comenzando a dar vueltas alrededor del claro donde habían pasado la noche. Igrin descendió del árbol de un salto para estirarse, sin muestras de haber hecho la broma adrede… o al menos no con la intención de hacer reír.

Calmados, despiertos y ya sentados, volvieron a reunirse para hablar.

-Yo voy a cazar –anunció el lobo.- Y… si quieres, puedes acoplarte, mocoso.

-Sigue chocándome que me llames mocoso… -Igrin mostró los dientes ligeramente, con una especie de siseo.- Paso de salir. Tengo mis propias provisiones.

-Bien, bien. Chiquillo independiente. –Yoiko se levantó.- ¿Y tú, Roalk?

-Yo voy a descansar un poco más… Cuando me quite la modorra de encima ya iré a buscar yo misma mi desayuno, ¿vale?

-Está bien…

-Pero anímate, ¿eh? Y que tengas una buena cacería.

-Sí, lo que sea. Que te diviertas con el cachorro.

-¿Qué? –Roalk se puso en pie, con los ojos desorbitados por el comentario.- ¡Yoiko!

El lobo se marchó.

-Si no es uno es el otro… Sois un fracaso como pareja –musitó Igrin.

-Ni lo somos ni lo hemos sido jamás. ¡Y no te metas donde no te llaman!

-Sí, sí, claro… Obligado estoy. Si me fuera, no me metería, pero si tengo que estar aquí pues diré lo que pienso. Es lo mínimo, ¿no?

-Aunque estés aquí no tienes por qué opinar de nada, y menos si vas a hacer comentarios desagradables.

-Ya salió…

-¿Qué?

-La vena defensiva. Siempre huyendo de comentar cosas que te relacionen a ti con algo, igual que Erie y Mithrael…

-Si vuelves a llamarla Mithrael me volveré a reír y tú te volverás a enfadar.

-Me he acostumbrado al nombre. No la he conocido con otro.

-Sí la conociste, y también a mí. Incluso a Yoiko lo conociste como humano.

-¿Qué?

Roalk se apoyó en el árbol donde había dormido Igrin esa noche. Miraba al suelo mientras hablaba.

-Cuando te conocimos, para empezar, tú no estabas solo. Trabajabas para alguien… horrible, un demonio… Igual que haces ahora, aunque de forma más directa.

-¡No te atrevas…!

-No he dicho que ella sea un demonio, ¿verdad? –Los puños apretados del semibestia se relajaron, y la chica continuó.- Os pidieron a ti y a tus compañeros que nos siguierais… Nunca supe por qué, hasta que acabamos nuestro viaje y nos encontramos a nosotras mismas. Durante ese tiempo, peleaste varias veces con Yoiko, aunque por aquel entonces a nadie le interesaba controlarlo para que no te hiciera nada… Bueno, al menos sí para que no te matara, pero… Tú sí querías matarnos a nosotros.

-¿A quienes?

-Mital, Yoiko, a mí, y a… tres personas más.

-¿Tres? –Igrin bufó, hastiado.- ¿No me dirás que tendré que conocerlos, cierto?

-No lo sé, pero eso no viene ahora al caso. El punto es que, durante la última pelea, no fue Mital sola la que te mató… Fuimos todos, cada uno a su modo. Yo ayudé a protegernos de tus ataques porque, ¿sabes? Curiosamente, en aquella época, tú manejabas algo básico de magia, en especial protecciones. Llegaste con un puñado de soldados a tu mando, todos protegidos por una barrera anti-magia, preparados porque ya conocíais el poder de Mital.

-¿Soldados a mi mando? ¿Dónde?

-En Ryu.

-¿Soy de Ryu?

-¿Y cómo quieres que yo lo sepa? Yo estaba allí en aquel entonces, nos conocimos en aquellas circunstancias, y las únicas palabras que intercambiamos… Bueno, de hecho tú y yo nunca hablamos directamente, tú solo intercambiabas amenazas con Yoiko y Mital… y declaraste tu odio hacia él.

-¿Quién?

-Nuestro último compañero. El que te dio el golpe de gracia.

Igrin guardó silencio, comenzando a rascarse el cuello con nerviosismo.

-Piensa sobre ello cuanto haga falta. Yo voy a pescar mi desayuno.

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El próximo domingo será día de capítulo del preludio... por eso un adelantito >.o Cuando decida los días para los caps de preludio volveremos al ritmo normal.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Por fiiiin!! Por fin mi cacharro tonto accedió a dejarme comentar. Wiiiiiiii.

Bueno, yo a lo mío, que viene a ser más o menos lo de siempre: ¿por qué Yoiko siempre acaba malparado?

¡Tres hurras a Roalk por haber dejado al ***** de Igrin con la miel en los labios. Ja ja ja. ¡Se sienteeee!

Y, bueno, básicamente: ¡quiero que Yoiko muerda a Igrin! ¡Y que Roalk le pegue por estúpido entrometido y además malhablado!

Y...eso. ¡Sigue prontooo!

Besos.