17.9.08

31

Frío.

El agua era frío, helada. Se le estaban congelando las manos, los pies, el cuerpo entero. El cabello se le erizaba estando allí y, a la vez, se pegaba a su cuerpo. Por lo menos su ropa estaba fuera.

Pero tenía frío.

No quería salir, porque entonces el aire de la noche lo haría sentirse helado, y no tenía modo de calentarse allí, en ese momento, en ese lugar. Tendría que volver, y aún no podía. Era muy pronto para regresar.

Salió al fin, pero hacía frío.

Frío.

Ella seguía en el agua, donde hacía frío, pero seguramente no lo sentía ni le importaba. Él la miró un momento, meditando. Si a ella ya no le importaba estar ahí, ¿estaría mal sacarla? Él prefería no hacerlo, pero quizás... Si instinto le decía que hiciera lo contrario.

Suspirando, sacó una moneda del saco que estaba entre sus ropas y la lanzó al aire. La cogio al vuelo, la puso sobre el dorso de su mano, y la miró. Finalmente volvió a guardar la moneda y la sacó a ella del agua.

Se vistió en silencio, mirándola de reojo. Tenía los ojos cerrados y sonreía. Era extraño ver a alguien así después de... meses. En circunstancias tan distintas, además.

La vistió, aunque sin mucho cuidado, y luego la dejó allí. Él ya estaba seco, tranquilo, y más o menos entrado en calor. Ya no sentía frío.

Miró una última vez el cielo, tan oscuro y tan luminoso a la vez, lleno de estrellas. El lago, tan brillante con la luz nocturna reflejada en él, con un tono carmesí aún visible. A ella, con su sonrisa eterna y sus ojos perdidos tras sus párpados, tan fría como el agua.

La noche era más cálida de lo aparente.

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El líder de la caravana se había despertado temprano esa mañana con la intención de revisar sus mercancías. Su mujer y sus criados dormían en silencio, y los dos guardaespaldas que había contratado permanecían junto a los restos de la hoguera. Se sentía orgulloso de lo que tenía, de lo que había alcanzado, y esperaba poder llegar mucho más alto aún...

Alegre, fue a despertar a su hija para que, como siempre, le ayudara en las cuentas y siguiera aprendiendo sobre lo que un día le tocaría manejar, pero no la encontró, no dentro del carro. Sus mantas, incluso, permanecían dobladas como las había dejado su mujer la noche anterior para ella. Extrañado, se preguntó si quizá hubiera dormido a la intemperie, pero no... No estaba allí.

-Powelki, Ratz, en pie. -Ordenó, saliendo al círculo. El primero de los mercenarios se levantó, acomodándose su bufanda al cuello y apartándose el cabello del rostro. El segundo miraba al horizonte, sin reaccionar.- ¡Ratz! ¡Levántate! ¡Tú, el pelirrojo! Maldito perro, ¡que te muevas!

Powelki le dio una disimulada patada a Igrin, que reaccionó en ese momento.

-¿Qué? -El mercader lo miró con una expresión de furia.

-Maldita sea... ¡Mi hija ha desaparecido, par de inútiles! ¡Si no queréis que yo mismo mande que os maten, id a buscarla ahora mismo!

Powelki asintió con la cabeza, sin decir nada, y se dio media vuelta. Igrin lo siguió con un suspiro de hastío.

-Estoy harto -murmuró el semibestia.- Para la mierda que vaa pagar...

-Entonces no lo haga por el dinero, sino por su conciencia.

Igrin se detuvo un momento. Powelki estaba unos pasos por delante de él y le hablaba.

-Aunque, claro, haberse llevado a la hija del jefe y haberla abandonado en el campo, muerta o a su suerte, debe ser algo duro de tener en la cabeza...

-¿Qué?

Powelki sonreía, una sonrisa falsa, cínica, que despejó todas las preguntas de Ratz... de Igrin.

-Apúrese. Tenemos que buscar el cuerpo de la señorita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

T.T Otra vez no. Con lo bien que iba, que parecía que llevaba un tiempo que sólo iba a tener que lavarle la boca con lejía y...y...y ahora...Pobre chicaaaaaaaaaaaaaaaaaaa T.T

Igrin, eres un grandísimo ****** ******* ******** ********. Y un *********. Y para que lo sepas, no te tengo nigún tipo de aprecio, a ver si te...¡¡muerden de una vez!! ¡¡¡Y que te duela!!!

Aaaaagh. Me hace perder los nervios.

En fin, volviendo a la cordura...wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. ¡¡Por fin sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees!!! *-* ¡Por fin por fin por fiiiin!

Ehm...esto...¡sigue prontoooo! ¡¡Y no te cargues a tantas pobres muchachas, que creo que ya he amenazado a Igrin con cortarle sus cositas lo bastante como para que surta efecto T.T ¿No? ¡Tú amenázale también.

Nos vemos Mittie, ¡continúa prontoo!

Anónimo dijo...

OMFG!!! Volviste!!!

Este capitulo la verdad se me ha hecho muy interesante, y sera por la falta de capitulos que este se me hizo tan... genial.

O sera porque ES GENIAL!

Anónimo dijo...

Concuerdo con Wallace. ES GENIAL ^O^

Además, a mi me ha gustado mucho el principio, sin dar a entender nada, sin que nadie supiera quienes eran... Y de repente aparecemos en una caravana con Igrin haciendo de guardaespaldas y encima, cargándose a la niña del mercader...

Yo tengo un mensaje para Igrin.

¡Ten cuidado con el mercader, que tiene todos los stats a 100!

P.D.: Ánimo y adelante <.<