25.11.08

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Menadra tenía los ojos del color del estiércol a veces, o el de los días nublados otras. Su piel era de un azul oscuro por la falta de sol, con un aspecto más gelatinoso que líquido. Era la kalazhi'ni más desagradable que había visto jamás.

En los días pasados bajo su cuidado, Igrin había descubierto que tenía muchas, muchas caras. La obediente, la iracunda, la desolada, la sarcástica y la maternal. Lo que le sorprendía era no haber visto ni una sola sonrisa sincera. Y que pasara de una a otra con tanta facilidad.

En aquel momento estaba con "la desganada", el rostro más común de la joven. Y él no podía dejar de mirarla.

-¿Qué?

-Me voy a poner enfermo si sigues con esa cara de muerto. ¿No eres persona o qué?

-Ya estás enfermo y ni idea.

-Eso no significa que puedas ir con esa cara por ahí. Da asco.

-Vale.

-Puta niñata borde. Si no estuviera...

-Cállate y come. Tienes una deuda.

El tuerto tiró el cuenco al suelo de un manotazo. La cuchara salió volando, lejos del lecho, y el potaje cayó a los pies, desparramándose por el suelo. Menadra solo miró el estropicio durante varios segundos, impasible, mientras Igrin la miraba a ella.

-¿No piensas recogerlo?

No contestaba. Estaba ausente, pensando, en su mundo.

-¿Quieres que llame a la patrona?

-No hace falta. Puedo hacerlo sola.

-Pues hazlo.

-Luego.

Era exasperante. Siempre, siempre que era "la desganada" hacía lo mismo. Era más divertida "la iracunda", o "la llorona".

Con un rápido ademán se quitó las mantas de encima y, con agilidad, saltó el charco de crema de verduras que había junto a su cama en dirección al trapo que siempre había a mano para limpiar... por si acaso.

-No...

-¿"No" qué?

-Ya lo hago yo.

-Si ibas a hacerlo tú pues haberte movido antes. Ahora lo hago yo.

-Pero...

-¿"Pero" qué?

-No... Ya lo hago yo.

-Que te den.

Se agachó a limpiar. Menadra se removió, inquieta.

-No deberías...

Empezaba frases pero no las acababa. Menadra "la desolada" o "la exasperante".

Falso. Siempre era exasperante.

Y seguía allí, de pie, sin hacer nada.

-Menadra...

-¿Qué?

-¿Piensas moverte o vas a estar ahí parada como gilipollas todo el puto día? La cuchara se fue volando por ahí; búscala. O recoge el plato. Pero haz algo.

-S - sí...

-¡Pues muévete!

-¡Ya cállate! ¡Me doy cuenta de las cosas yo sola! ¡Estoy harta de que me grites, te quejes y me des órdenes como si yo fuera tu criada! ¡Solo me dijeron que te cuidara, no que sorportara tu estupidez, engendro! ¡Si el señor Ludovico no lo hubiera dicho ni siquiera lo haría! ¡Y ya que tú has tirado el maldito plato, tú mismo lo vas a recoger!

Por eso era divertida Menadra "la iracunda". Porque decía lo primero que se le pasaba por la cabeza...

-¡Estoy harta de que me estén mandando todo el tiempo! ¡Estoy harta de estar aquí! ¡Si tuviera algún otro sitio donde ir me largaría y no volverá jamás! ¡Estoy harta de no ser nadie, de ser tratada como basura, de no importarle a nadie! ¡Quiero que me dejen en paz de una maldita vez! ¡Que me escuchen y que me dejen en paz!

...Aunque no tuviera sentido.

-Si no quieres que te traten como mierda -replicó el tuerto, conteniendo la risa- deja de parecer una. Hueles mal, para empezar.

-¡No siempre! ¡Si un maldito imbécil se pasa medio día vomitándome encima y me toca limpiar a los mocosos y me toca estar en la cocina, es normal que me ensucie! ¡Maldición!

-¡Pues aprende a bañarte o lo que sea! ¡Das asco!

-¡No menos que tú!

-¡Yo estoy enfermo!

-¡Por una estupidez tan grande como que te pegaran en la cabeza! ¡Si yo me pusiera enferma cada vez que me han pegado estaría muerta! ¡Y ojalá lo estuviera!

Silencio.

Igrin terminó de limpiar la comida del suelo, recogió el plato y buscó y encontró la cuchara, y se lo tiró todo encima a Menadra. Ella se limitó a evitar que las cosas volvieran al suelo, manchando los harapos que usaba en lugar de ropa. Se las arregló como pudo para abrir la puerta y salir, volviendo a cerar dese fuera sin hacer ruido.

Igrin había aprendido también que Menadra detestaba los ruidos.

Entre carcajadas volvió a echarse sobre el lecho, apartándose el cabello de la frente. Lo que le gustaba de Menadra era lo divertida que era, a pesar de su carácter, a su pesar de su aspecto. Le encantaba hacerla cambiar de cara, ponerla furiosa o hacerla llorar. Era magnífco cuando era una persona con miedo a todo.

Podría seguir fingiéndose enfermo si era solo para molestarla un poco más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

...Igrin, eres un imbécil maleducado y estúpido y ************************************.

¬¬

Bueno, no tengo mucho tiempo libre últimamente T.T . Pero siempre se saca algo para meterse con el grandísimo idiota de Igrin...¿qué te ha hecho la pobre muchacha, eh? ¿Eh? ¿Eh? ¬¬

Bueno, salvo porque Igrin es idiota, el capítulo mola, y Menadra...también. Me ha recordado por un momento a Mary, auqnue la pobre muchacha ya tiene bastante con los trastornos de personalidad...

En fin, sigue prontoo.

Besos.

Anónimo dijo...

¿A Mary? ¿Porqué? xDDD (Siempre me preguntaré si algún día me explicaréis lo de Mary)

El capítulo es... curioso. No había visto un personaje así nunca, y me ha atraído desde el principio del capítulo. Tengo mucha curiosidad por ver lo que ocurrirá en lo que sigue de historia. ¿Le pondrá las cosas claras a Igrin? xD

P.D.: Te lo prometí para ayer, pero ayer estaba muy ocupado, lo siento...

Anónimo dijo...

Espacio reservado para un comentario largo.

Avanze: Awww, se nota que Igrin adora a Menadra, incluso diria que son la pareja perfecta =) xDDDD!