Hacía menos de un mes se había prometido a sí mismo no volver a pisar un bosque, y ahora rompía su palabra. ¿Por qué? La necesidad.

Las noticias corrían rápido, y él volvía a preferir la soledad y el silencio de los caminos frente a las abarrotadas urbes. Pero un bosque…

La cercanía de la primavera se notaba el lo despejado del cielo, en las flores que ya brotaban, en las crías de algunos animales que comenzaban a aparecer, y en los padres, que se podían cazar.

Igrin se detuvo junto a un árbol y se sentó a sus pies, comenzando a hacer recuento de sus pertenencias y de lo que le haría falta ese día. Tenía todavía parte del dinero que le dieran Erie y Mithrael, tenía la certeza de que no volvería a encontrarse con Kin’rina o Alem, tenía el látigo de cadena que había recogido sin querer cuando luchaba contra Sotka, además de su cimitarra y su daga, y tenía la comida que había recogido de casa de Ryava antes de salir.

Podría acomodarse algunos días antes de seguir, y necesitaba reflexionar.

La necesidad imperiosa de ver a Ishania, que lo movía al principio, había sido sustituida por un profundo miedo a fracasar, y a las consecuencias del fracaso, desde su charla con su... asesina. Además, pensar que la persona que lo había matado, en cierto modo, lo había ayudado ahora resultaba confuso, y hasta cierto punto aterrador. Ayudarlo a él era ayudar a Ishnaia, y siendo alguien que la despreciaba de tal modo… ¿Por qué? Además, lo único que había traído consigo el ver a Mithrael era más confusión en su interior: recordar que había sido asesinado solo había abierto más dudas. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué hacía antes? Y entonces volvía a él la respuesta que había intentado alejar durante ese tiempo, en parte por inseguridad y miedo: el buscar a aquella mujer y al hermano de su asesina para que contestaran a las nuevas preguntas. ¿Y eso qué consecuencias tendría? Los recuerdos…

Se volvió a poner en pie, molesto. Ya no sentía ganas de descansar, de reflexionar. Lo único que conseguía de ese modo era cansarse y una horrible sensación de desasosiego de la que esperaba poder librarse con un poco de ejercicio, o cazando algo si hacía falta.

Y vio una presa.

Lo primero que notó fue el olor, luego oyó el murmullo de las hojas y la hierba al ser pisadas, y finalmente una respiración pesada, como un gruñido contenido.

El lobo lo vigilaba a él desde la distancia, y ahora Igrin le devolvía la mirada.

Una sonrisa fiera cruzó su rostro al pensar en matar un animal tan grande… De hecho, porque aquel lobo parecía tener un tamaño descomunal, incluso desde la distancia.

Se relamió con el olor de la sangre grabado en su memoria, casi palpable, haciendo despertar sus ansias de herir, de matar…

Echó a correr.

La bestia corría ante él, mucho más veloz y con conocimiento del terreno, pero el olor, el rastro que dejaba, hacían imposible perderle la pista.

Gris, verde, marrón; tierra, ramas, hojas, rocas, hierba; todo pasaba a velocidad ante él y a sus lados mientras corría, y el lobo se seguía alejando, alejando, y él lo seguía persiguiendo. No sentía estar perdiendo en la cacería, pero tampoco sentía estar avanzando, y al final solo corría guiado por sus instintos.

Un paso tras otro, uno tras otro, una y otra vez, imparable. Tampoco se sentía cansado.

Los aromas, los colores, las sensaciones, las formas y los sonidos, todo se mezclaba y se confundía cuando dejaba de tener relación con su persecución. Fue por eso, y no por otra cosa, por lo que se olvidó de saltar el riachuelo cuando vio al lobo sentado al otro lado, tranquilamente, y cayó al agua.

-¡Yoiko! ¿Qué pasa? ¿Por qué vienes tan nervioso? ¿Quién era ese chico?

Igrin se levantó como pudo; el riachuelo no era profundo, pero el fondo era puro barro y piedras. Se había herido y ensuciado estúpidamente.

La chica que vio, de pie junto al lobo, era joven. Tenía una larga cabellera de color negro, la piel clara, y unos ojos negros que brillaban con un tono azulado. Su ajustada ropa de color oscuro lo distrajo lo suficiente como para percibir, tardíamente, que ella lo miraba impresionada.

-Pero si tú… -La chica retrocedió, llevándose una mano a la boca.- Tú estabas muerto. Nosotros te matamos.

-Te lo dije, Roalk. Sabía que era él. –El lobo miró a la chica, e Igrin miró al lobo.- La peste de alimañas como esa es difícil de olvidar.

-Pero entonces el mensaje de Mit es cierto.

-¡Por supuesto que es cierto! Mi hermana no miente… Bueno, a veces.

-Eso es cierto.

-El caso es que ha venido.

-¡Eso quiere decir que Mit ahora adivina cosas de verdad! ¡Ha dejado de mentir en eso!

-¡Roalk!

-¡Pero si es cierto, Yoiko!

-¡Pero…! –El lobo gruñó de forma extraña, como una especie de suspiro resignado.- Supongo que tienes razón.

-¿Lo ves?

-Perdón… -Igrin había salido del agua un rato atrás, y seguía sorprendido por haber visto a un animal hablar.- ¿Puedo saber de qué coño habláis?

-¡Lo siento mucho! –Roalk se paró ante Igrin, con una tímida sonrisa dibujada en los labios.- Yo soy Roalk Garmy, amiga de Mit, a quien conociste hace un tiempo y te dijo que vinieras a verme, y éste de aquí…

-Yo soy Yoiko Riumo –se presentó el lobo a sí mismo.- Como se te ocurra hacer algo extraño te cortaré la yugular con los dientes.

-¡Yoiko!

-Da igual, da igual… A los perros malos se los capa y ya está.

-¡Pero....!

-Tú sigue así, niñato, y verás qué poca dificultad tengo para volver a arrancarte la pierna de un mordisco.

-¿Seguro? Esos ojitos son bonitos… Seguro que podría usar uno de ellos para sustituir el que me falta.

-¡Ya basta!

El lobo y el hombre se giraron hacia la chica, asustados.

-Vamos a sentarnos aquí, junto al río, todos juntos a tomar un aperitivo. ¿Entendido?

El silencio del bosque los rodeó.

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¡Sorpresa! Nyahahahaha

3 comentarios:

Anónimo dijo...

O.O

Es todo lo que puedo decir ante esto. Lo siento sigo demasiado en chock como para hacer un comentario normal (espera...¿alguna vez he hecho un comentario normal?).

Nyah...eso no me lo esperaba > <. Mittie, tramposa, no me avisaste. ¡Yo tenía que saber que Mary estaba por ahí rondando! aah...soy tontaaa...por eso hacías tantas preguntitas ¬¬.

Nyah...Tengo que perfeccionar la intuición, tengo poco. Jojojojojojo. Pero ahora no me hará falta amenazar a Igrin desde aquí, como se pase le corto...mmm...no sé, algún miembro que use mucho de forma indebida ¬¬U.

Y...eso. ¡Que mola un montón! Wiiiiiiiiiiiii. ¡Me gustaaaaaaaaa! ¡Yo quiero leer más! ¡Yo quiero que Yoiko muerda a Igrin un día! ¿Me darás el capricho? ¿Verdad? ¿A que sí?

Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. ¡Mola! Pero ahora me pillas a punto de examenes y...y....nyah. Da igual. ¡Yo comentaré igual! ¡Y Mary también, que la pobre todavía alucina en colorines (de colores)!

Jajajaja. Está eufórica, pobrecilla, llevaba mucho tiempo sin haber acción en su vida. Ahora me va a incordiar todos los días...como se le suba a la cabeza la aguantas tú, aviso, que yo si no acabo pegándome con ella.

Pues eso. ¡Yoiko morderá a Igrin! ¡Y Roalk le dirá que se lo tiene merecido!

¡Y ya no recuerdo qué hacía Roalk con Yoiko! ¡¡¡Y ahora acabo de enterarme de que los lobos hablan!!! Yo quiero uno de esos > <.

Nyah...mejor lo dejo, antes de que me srean más loca de loq ue ya estoy.

¡sigue prontooooooooo!

Besos.

P.D.: ¡quiero que Yoiko muerda a Igrin!

Mital dijo...

Curioso... Ya tenía pensado eso del mordisco, pero no voy a decir nada más...

Nyahaha, te va a encantar este interludio x3

Y como dije en el capítulo: ¡Sorpresa! xD

Anónimo dijo...

xDDDDDDDDD

Aquí, reunión de bichos raros. Un lobo que habla, un tío que es medio bicho medio muerto, y una que tiene complejo de tirar "estrellitas"... Si es que esto va a peor xDDDD

En fin... buen capítulo, no me esperaba estos personajes. A ver qué pasa ahora. ^^