8.7.09

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Al principio las cosas habían funcionado. Al principio. Incluso Igrin había puesto de su parte, y las cosas habían ido más o menos bien, o mejor que antes, al menos para Yghart y Alina. Lo que había pasado, realmente, no tenía nada que ver con él. No lo había provocado. No lo controlaba. De hecho, de haber podido, hubiera intentado evitarlo. Pero no dependía de él.

Era una historia que le sonaba.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-¡Al fin! ¡Al fin! ¡Hoy es el gran día!

-¿Hoy?

-Hoy llegan a la ciudad. Bueno, realmente llegaron ayer, pero hoy es su primera función.

-Los algos de Emet, esos, ¿no?

-Hijos de Emet... Bueno, Lalythe. Se presentan a sí mismos como Lalythe, que es la versión corta del nombre.

-¿Y cuál es la versión completa?

-“La Asombrosa Lara y los Trotamundos Hijos de Emet”.

-Joder. Qué coñazo de nombre.

-Por eso. Mejor llámalos Lalythe.

-Sí, lo que sea. Muy guapa, Yghart. Y tú también, zorra barata.

Igrin había adoptado esa forma para dirigirse al par de ladrones. A él lo trataba como si fuera una mujer, y para ella el apelativo “prostituta” era el más suave. A cambio, Yghart no le hablaba, dando a entender que no se daba por aludido, y Alina contestaba a todas las provocaciones con amenazas e insultos.

-Dad una vuelta, así. Que os vea el chulo que os va a vender, par de perras.

-Me siento tan halagado, viendo que, de algún modo, alguien empieza a apreciar mis habilidades alquímicas...

-Sí, sí. Cierra la boca, Yghart, hasta que te pidan que chupes algo.

-A ver si el que va a comer vas a ser tú, hijo de puta, y te vas a tragar tus propios dientes.

El semibestia se echó a reír.

-Venga, Alina. Vamos a que te hagan una mujer, y por el camino me contáis de qué coño va la mierda esa de Lalythe.

Abandonaron el cuartucho en silencio. Los dos ladrones se cubrían desde los hombros con pesados chales, claramente exagerados para el tiempo que hacía, claramente necesarios vistas sus vestimentas.

Se encaminaron hacia la plaza.

-Los Hijos de Emet son un grupo de... artistas ambulantes.

-¿Payasos?

-Y músicos, actores, malabaristas... Hacen de todo. Van de pueblo en pueblo, con permiso, claro, y hacen su espectáculo.

-Sin cobrar nada.

-Payasos gratuitos. Esa es nueva.

-Sí, bueno... No. No son gratuitos.

-A ver, menos adivinanzas y más explicaciones.

El eunuco miró a su alrededor, comprobando que no había nadie. Asintió con la cabeza, y Alina contestó en susurros.

-”Lalythe”, en la lengua antigua, significa “ladrón”. Son ladrones. Y mercenarios.

Igrin enarcó una ceja, sonrió, y miró a Yghart. No parecía creer lo que oía.

-Y yo soy tuerto y me buscan en dos continentes, no te jode.

-Tampoco exageremos.

-¿Y cómo llegasteis a esa conclusiión?

-Estuve veinte años estudiando en la iglesia antes de acabar... así.

-Ya...

Llegaron. Un pequeño escenario había sido levantado en el centro de la plaza y la gente, curiosa, comenzaba a agolparse a su alrededor, esperando a ver qué pasaba. Una gran pancarta anunciando el nombre del grupo coronaba la tarima. Los dos ladrones y el tuerto lo miraron, ellos asombrados, Igrin con desdén.

-¿Y ahora, qué?

-Veamos el espectáculo.

-¿Qué haréis vosotros para que os acepten?

-Demostrar lo que valemos.

-Si es que de verdad servís para algo...

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Ya era de noche.

La ciudad estaba tranquila. Asombrosamente Tranquila. Igrin la admiraba, siendo esa su primera salida nocturna desde su llegada. Todo otro movimiento lo había ejecutado bajo la luz del sol.

La ciudad era hermosa en la quietud de la noche. Como hermosas eran las dos mujeres que lo acompañaban.

Él observaba en silencio, desde lejos. Debía esperar.

-Eh, preciosa, ¿me haces compañía?

-Depende, ¿qué tan sólo te sientes?

Yghart se desenvolvía mejor que Alina, lo cual era preocupante. ¿Resultaría ser verdad que el tipo era un atravesado? ¿Y por qué demonios le costaba a ella seducir a un hombre? Sólo faltaba que tampoco Alina fuera lo que aparentaba.

Devolvió sus ojos a la escena.

-Tan solo, tan desesperado que... no me bastaría sólo un rato con tu amiga y contigo. ¿Por qué no la noche entera?

-Nuestro tiempo es muy valioso...

-¿De verdad?

-Sí, porque... somos artistas, y siempre tenemos que perfeccionarnos.

-Me imagino... Y me gustaría probarlo.

Había algo raro. Lo notaba. Pero no podía intervenir.

Yghart se acercaba a la presa. Alina mantenía la mirada baja, como tímida, lo cual aumentaba su encanto. Pero un abuso de actuación podía causar que el hombre perdiera el interés en ella.

No podía intervenir. Él sólo tenía que guiarlos.

El hombre se acercó a Yghart, rozando sus cuerpos sobre la tela. Ambos sonreían.

Pero la mueca del hombre se torció.

-Estás arrestado, maldito enfermo.

-¿Qué?

Igrin entendió.

-¡Alina, vete!

-Pero...

-¡Corre, Yghart!

-¡Vamos, Alina!

Intentaron huir, pero el hombre estaba demasiado cerca. Agarraron a Yghart por la manga del vestido, y Alina se detuvo al ver que su amigo era capturado.

-¡No!

-¡Maldita sea, zorra inmunda, muévete de una puta vez!

-¡Yghart!

Más hombres aparecieron, rodeándolos. El que antes había intentado negociar con ellos rasgño el vestido del eunuco, revelando su pecho plano, blanco, limpio de vello. Otros dos sujetaron a Alina por lso brazos, inmovilizándola, haciendo que comenzara a patalear.

-La prostitución no está permitida en ninguna región de Aks'atar, a menos que se os haya entregado la tarjeta blanca, que obviamente a un hombre y a una vulgar ladrona nunca les sería falicitada...

Atacó con las dagas. No necesitaba fijarse en nadie, pues su olfato era suficiente guía. La sangre que manó el cuello de los captores de Alina lo bañó, tiñó su cabello y su ropa, y la liberó a ella. Pero siguió sin moverse, ahora espantada.

-No...

Y seguían estando en desventaja.

-Se acabó. Nos vamos.

-¡Yghart!

-¡Vete, Alina! ¡Sálvate!

-¡¡YGHART!!

Alina no alcanzó a ver mucho más. Igrin la levantó como un fardo, echándosela al hombro para poder subir a los tejados, mientras los guardias disfrazados rodeaban a su amigo, poco a poco, lentamente. Una enorme sombra humana que nubló su visión.

Y perdió el conocimiento.

2 comentarios:

Igrin fan namberguan, ja, ja, ja... dijo...

Mmm... Yghart me da penita.

No es muy difícil saber quién soy, ¿verdad? En fin, creo que ya me he puesto a día.

Lo malo es que ahora no sé qué hacer con Saorin.

Mejor dicho... Anaikor... <.<

Pues eso.

Linkain Arakeist dijo...

"Lalythe"... Ay, esos Lalythe tan pícaros. Que raro que Igrin no sepa de ellos, tan enterado que está de todo lo oscuro xD.

-Y yo soy tuerto y me buscan en dos continentes.
-Tampoco exageremos.

xDDD