21.2.09

37

-Uno.

Corría, corría y jadeaba sin parar, aterrado, desesperado; corría con todas sus fuerzas.

-Dos.

Tenía que alejarse de allí, tenía que huir, tenía que ponerse a salvo lo antes posible. Y no tenía tiempo.

-Tres.

Huir. Huir. Huir. La palabra se repetía insistente en su cabeza, al única idea clara que tenía, la única idea a la que conscientemente obedecía.

-Cuatro.

Con su agilidad no necesitaba pararse a despegar el camino, solo saltaba los obstáculos, pero no podía pararse a borrar sus huellas tampoco. De todos modos, auneu hubiera podido, hubiera sido inútil. Las pisadas no lo eran todo.

-Cinco.

Las alas. Las alas y el viento se aproximaban, acariciaban su cuello, su nuca, se abalanzaban sobre él. Se agachó, más por instinto que por consciencia, justo antes de que el dragón pasara sobre él, y cambió la dirección de su escapada. El rey arrojó un potente hechizo, como sólo su especie podía hacerlo, pero Angren se encargó de neutralizarlo. Y el siguió corriendo, con el corazón en la garganta, un nudo en el estómago, la mente nublada y las manos sudorosas. Los síntomas del terror.

-Es inútil.

Lo oía, oía un arma alistarse, y la olía. Olía el metal, el cuero, la madera y la magia que la formaba, y sabía que era un arco. O una ballesta. Era algo que desde la lejanía podría matarlo, o paralizarlo, o hundirlo en la agonía, y la idea no era agradable. Y corrió, esperando con profundo pánico el momento en que el proyectil atravesaría su carne.

Se equivocó. Era una cerbatana.

El dardo se enterró en la parte trasera de su rodilla completamente y lo arrojó al suelo sin gritos de dolor, pero con la conciencia de que no era capaz de moverse.

Veneno. Angren se hubiera encargado de la magia en caso contrario.

-No es veneno. -¿Leía su mente?- Es la misma técnica que mi hermana le enseñó a Mary. Golpear el punto adecuado...

¿Mary? No le sonaba ese nombre tan extraño. Pero Roalk había utilizado algo como eso contra él.

-Bueno, no importa. ¿No te dije que era un buen cazador? Dándote ventaja y todo te he capturado en un santiamén. Eso significa que yo gano.

-Hijo de puta...

-¿Qué has dicho? No te he oído bien...

-Un dragón siempre tiene ventaja...

-No es mi problema. Te apuesto que, naciendo pato, te atrapo con la misma ventaja en el mismo o menos tiempo.

-Cabrón...

Lo atrapó, levantándolo agarrado por la quijada con dos dedos, pulgar e índice, y lo obligó a mantenerse de pie.

-Ahora vamos a jugar al juego de "responde a las preguntas de Kieth", ¿entendido? -Con su mano lo obligó a mover la cabeza. "Sí", decía.- ¿Eres el semebestia buscado desde Karime por el asesinato de un comerciante y su hija?

-Sí...

-¿Eres el semibestia acusado del intento de homicidio a un respetable anciano a bordo de un barco mercantil?

-Sí...

Nada de respetable. Puto gairako de mierda.

-¿Eres el criminal acusado por crear disturbios en Rega junto a un sacerdote de Pharan?

-Sí...

-¿Quién es tu cómplice, el que te proveió el camuflaje mágico?

-No es mi cómplice...

Sintió los dedos avanzando lentamente, el pulgar sobre su nuez, los demás pasando uno a uno hacia su nuca. Índice, corazón, anular y meñique. Se acomodaron y lo sujetaron. Piel y escamas se alternaban.

-¡No es mi cómplice! -Inspiró profundamente.- ¡Un favor a cambio de otro! ¡Fue el hijoputa de Alem!

El dragón arrojó a Igrin lejos de sí. El semibestia solo pudo utilizar sus reflejos para caer de pie.

-Te mataría si no lo hubieras descrito como lo has hecho. ¿Qué te pidió?

Cólera, ira. Igrin podía olerlo.

-Me preguntó por la dama...

-Erie...

No se movió de donde estaba, no lo miró directamente. Recordó.

Mitsedraefel huía. Mitsedraefel se escondía. ¿Por qué? ¿De quién?

-Eres Kieth.

-"Majestad" Kieth para ti, basura de Ryu.

-No sabía que un rey pudiera odiar tan libremente a los extranjeros.

-No a los extranjeros; a los hijos de puta que se llevan lo que es más querido para mí.

Se miraron. Kieth encendió un fuego mágico con un movimiento de mano. Igrin se quitó el parche.

Ahí estaba. Estaban. Aura verde y gris asfixiándolo, un espíritu violeta abrazándolo.

Volvió a esconder a Angren.

-¿Quién murió?

-Siéntate. Vamos a hablar.

Sintió el miedo. Sus rodillas flaquearon y, sin poder evitarlo, cayó al suelo, temblando.

-Un movimiento en falso y eres carne de hiena.

No dijo nada, no se movió. Sentía el miedo.

2 comentarios:

Linkaín Arakeist dijo...

DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS

¡Todavía tengo escalofríos! Esa persecución ha sido la... ¿Se pueden decir palabrotas...? Bueno... La OSTIA.

Hasta ahora no me había dado tanto... Respeto una persecución. Ha sido impresionante.

Y por alguna razón, la última frase me recordó a Megatokyo xD. Ya tengo ganas de leer el siguiente.

P.D.: Verde y Gris... ¿Espíritu violeta?

Anónimo dijo...

Sin que sirve de precedente...¡Linkain, estoy contigo! Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Y no sólo porque Igrin sufra, es genia genial genial genial genial. Me he ido acercando al borde de la silla cada vez ue contaba un numerito más (que será ridículo pero lo primero que he pensado es ¿quien estará jugando al escondite en una historia así?).

Jajajaja. En fin Mit, sigue pronto que quiero saber más cositas!!

Igrin, tiembla de miedo!!! Jojojojojojojojojojojojo.

Besoooos.